top of page
ESTATUA FINAL 3 costado izquierdo.png

IMPERIO MEDOPERSA

539 AC - 331 AC

Ciro-el-Grande-primer-rey-de-Persia.jpg

Ciro II el Grande

                             Cuenta Heródoto que en el siglo VI a. C. hubo un rey                               meda que tuvo un sueño misterioso interpretado así                               por los sacerdotes: su nieto, recién nacido, lo                                         derribaría del trono cuando fuera adulto.                                                 Considerando esta visión como un presagio, ordenó                               que asesinaran al niño. Pero después de una serie de                         peripecias el pequeño acabó escapando de la muerte. Creció, se convirtió en un valiente guerrero y, según el profético sueño, venció a su abuelo en una batalla, haciéndolo prisionero. Este relato, como tantos otros de aquella remota época, mezcla el mito con la realidad. No obstante, nos muestra la figura de un personaje que al asumir el trono meda abriría una nueva etapa en la Historia de la Antigüedad. Su nombre era Ciro II, el Grande. Origen del reino de los medas.‪

Ciro el Grande.jfif

Origen del reino de los medas

                                                 Para ambientarnos mejor en nuestra narración, conviene                                                       que retrocedamos hasta la primera mitad del segundo                                                         milenio antes de Cristo. En aquel tiempo, la gran                                                                   altiplanicie situada desde el monte Ararat hasta la India era                                                   habitada por un pueblo guerrero y rudo, procedente de                                                       Asia Central: los arios. Eran de lengua indoeuropea y                                                             estaban divididos en numerosas tribus; algunas de ellas se                                                   trasladaron a Siria y Mesopotamia, mientras que otras se                                                       dirigieron al norte del actual Afganistán. En el siglo IX a. C.                                                   una de esas tribus arias entró en guerra con el rey asirio Salmanasar III. Las hostilidades se prolongaron hasta el siglo siguiente, con Sargon II, quien consiguió someterla finalmente. Sin embargo, enseguida recuperó su independencia y bajo el liderazgo de Deyoces tomó la forma política de monarquía. Había nacido el reino de los medas. La vida política y militar de este pueblo será consolidada por el nieto de Deyoces, Ciáxares, contemporáneo del famoso soberano caldeo Nabucodonosor, del que nos habla profusamente el Antiguo Testamento.1 Nueva manera de tratar a los vencidos Con la muerte de Ciáxares, en el 585 a. C., heredó el trono de los medas su hijo Astiages, abuelo de Ciro por vía materna, al que nos hemos referido al comienzo de este artículo. Su imperio se extendía por un territorio de considerables dimensiones que comprendía Capadocia, el Ponto, Armenia y buena parte del actual Irán, e incluía el dominio sobre otra tribu aria: la de los persas. Al ponerse al frente de esta tribu, Ciro consiguió liberarla del yugo meda, en el año 555 a. C., y atrayendo a otros pueblos vecinos formó con ellos una federación, de la que fue su jefe. Empezaba entonces una lucha de cinco años, que acabaría con la derrota de Astiages. En el reinado de Ciro, pasan a ser el pueblo dominante y los medas el dominado. 2 Iniciaba así el futuro Imperio Persa.

Ahora bien,un aspecto inédito en aquella época

marcaría la victoria de Ciro: no sólo le perdonó

la vida al rey derrotado, sino que hizo que viviera

en la corte colmado de honores. Asirios y 

babilonios habían fundado su imperio sobre la

base de la aniquilación de los pueblos vencidos.

Ciro, al contrario, enseñó al mundo cómo

gobernarlos con otros métodos distintos a los de

la violencia. Y cuando cayó, en la lucha contra los

bárbaros de Oriente, en el 529 a. C., desaparecería

un soberano como no se había visto hasta entonces, y como no se vería por mucho tiempo. Agregando por la fuerza de las armas nuevos territorios a los que ya había recibido de Astíages, Ciro fundó un imperio superior en extensión no sólo al de Egipto, sino también al asirio- babilonio. Desde Palestina hasta Paquistán, todo el mundo estaba a sus pies. No obstante, tributaba respeto a los enemigos derrotados, tratando con tolerancia sus instituciones y sus sentimientos religiosos. "Un espíritu completamente nuevo había penetrado en el gobierno del mundo". 

 

"Yo he suscitado a Ciro" Ciro había fundado un imperio superior en extensión no sólo al de Egipto, sino también al asirio-babilonio Sin embargo, no han sido los triunfos militares de Ciro o sus dotes de gobernante los que nos han llevado a hablar de él en este artículo, sino el hecho de haber sido elegido por Dios para una misión única, anunciada así por Isaías: "Esto dice el Señor a su ungido, a Ciro: ‘Yo lo he tomado de la mano, para doblegar ante él las naciones y desarmar a los reyes, para abrir ante él las puertas, para que los portales no se cierren. Yo iré delante de ti, allanando señoríos;                                                          destruiré las puertas de bronce, arrancaré los cerrojos de                                                      hierro; te daré los tesoros ocultos, las riquezas                                                                        escondidas, para que sepas que Yo soy el Señor, el Dios                                                        de Israel, que te llamó por tu nombre. Por mi siervo                                                                Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por tu nombre, te                                                      di un título de honor, aunque no me conocías'" (Is 45, 1-4).                                                    De este modo, el gran Ciro, pagano y politeísta, entra de                                                      la mano del Altísimo en la Historia del pueblo de Israel,                                                        con la misión de reconducir a Jerusalén a los judíos                                                                desterrados: "Yo lo he suscitado [a Ciro] en justicia y                                                              allano todos sus caminos: él reconstruirá mi ciudad y hará                                                    volver a mis cautivos, sin precio ni rescate, dice el Señor                                                        de los ejércitos" (Is 45, 13). "Por primera vez en la historia del pueblo escogido, un oráculo de Dios favorable se dirige a un rey extranjero dándole el título de Ungido", 4 concluyen Schökel y Sucre Díaz, biblistas contemporáneos. La conquista de Babilonia Con la muerte de Nabucodonosor II, el rey que había llevado al pueblo judío al cautiverio, el imperio babilonio entraba en una fase de decadencia. Tres monarcas se sucedieron en tan sólo siete años, hasta que en el 555 a. C. Nabonid, noble de origen arameo, asumió el gobierno, en el cual conseguirá mantenerse hasta los acontecimientos del año 539 a. C. Este nuevo monarca, contemporáneo de Ciro, se unió en un primer momento a éste contra los medas. Aún se aliaría, más tarde, a Egipto y Lidia, con la vana intención de frenar la pujante expansión del rey persa.5 Vencido finalmente por Ciro, en Opis, cerca del río Tigris, Nabonid huyó, dejando vía libre para que las tropas persas conquistasen, sin mucho esfuerzo, Babilonia, en su ausencia gobernada por su hijo Baltasar, también mencionado en las Sagradas Escrituras (cf. Dn 5).6 Unos días más tarde, Ciro tomó la ciudad, pero perdonó a sus habitantes, e incluso rindió culto a sus dioses locales. Se sabe, por la Crónica

babilónica, de su preocupación por preservar los lugares

sagrados y mantener el buen curso de los actos litúrgicos.

Llegó la hora de la liberación Los judíos desterrados veían

en Ciro a un vengador de la opresión sufrida, que fue

manifestada con énfasis por el salmista: "Junto a los canales

de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión. [...]

¡Capital de Babilonia, destructora, dichoso quien te devuelva

el mal que nos has hecho!" (Sal 136, 1.8). Ya antes de su llegada,

los sucesos del rey persa habían despertado en ellos la esperanza

de que se realizaría en breve ese deseo. "Ciro II, el Grande, y los Hebreos", iluminura de Jean Fouquet. Departamento de Manuscritos Franceses, París Guiado por un Dios que no conocía, Ciro se transformó en un instrumento del Aquel que le había prometido a su pueblo: "Del Oriente llamo a un ave de rapiña, de tierra lejana, al hombre que realice mi designio. Lo he dicho, hará que ocurra, lo he dispuesto y lo realizaré" (Is 46, 11). Al año siguiente de su dominio sobre Babilonia, no dudó en autorizar el regreso de los judíos a Palestina y la reconstrucción del templo de Jerusalén, decretando, al mismo tiempo que las poblaciones de las ciudades en las que vivían los ayudasen a restablecer en él su antiguo culto. "Esto dice Ciro, rey de Persia: El Señor, Dios del Cielo, me ha dado todos los reinos de la Tierra y me ha encargado que le edifique un templo en Jerusalén de Judá. El que de vosotros pertenezca a su pueblo, que su Dios sea con él, que suba a Jerusalén de Judá, a reconstruir el templo del Señor, Dios de Israel, el Dios que está en Jerusalén. Y a todos los que hayan quedado, en el lugar donde vivan, que las personas del lugar en donde estén les ayuden con plata, oro, bienes y ganado, además de las ofrendas voluntarias para el templo de Dios que está en Jerusalén" (Esd 1, 2-4). Había llegado la hora de la liberación. Dios había decretado el final del exilio de su pueblo y quiso, en sus insondables designios, valerse de un rey pagano para aplicar su misericordia, al igual que se valió de otro para castigarlo. Porque Él es el Señor de la Historia, que da o quita a los hombres el poder, de acuerdo con su beneplácito. El poderoso Ciro, el que llamaba a la victoria a seguir sus pasos, ponía a los reyes a sus pies y, con su espada, reducía a sus enemigos al polvo (cf. Is 41, 2), no fue, en realidad, sino un dócil instrumento en las manos del Señor Omnipotente. 

 

Por Alejandro Javier de Saint Amant 
©Todos los derechos reservados www.es.gaudiumpress.org (c)‬ https://es.gaudiumpress.org/content/36968-Ciro-el-Grande--Un-instrumento-en-las-manos-de-Dios.

Cilindro-Ciro.jpg

El Cilindro de Ciro, escrito en caracteres cuneiformes, relata la conquista de Babilonia y la liberación de los pueblos que allí vivían exilados 

view.jfif

Ciro había fundado un imperio superior en extensión no sólo al de Egipto, sino también al asirio-babilonio 

Ciro-el-Grande.jpg

El nacimiento de Ciro fue profetizado 147 años antes de su nacimiento por el profeta

Isaías para decretar la reconstrucción de Jerusalén

2.-Imperio-persa.jpg

Conquista y rendición de Belsasar,rey de Babilonia ante Ciro, rey de Medo-Persia

Muerte de Ciro

Ciro fue asesinado durante una batalla contra los masagetas de Asia Central en el Mar Caspio oriental. Su hijo, Cambises II, lo sucedió en el trono. Después de ganar la batalla contra los masagetas, Cambises II llevó el cuerpo de su padre y lo enterró en Pasargada, la antigua capital persa. Después de esto, el Imperio Persa floreció en paz durante 200 años antes de que Alejandro lo conquistara.

Evaluación

Ciro el Grande ha sido reconocido como un rey generoso y justo. Respetó la cultura, el lenguaje y la religión de los países que había conquistado. Tampoco trató de asimilar a los países conquistados, a diferencia de los otros reyes de aquella época. Consideraba y trataba por igual a todos los países. Esto se convirtió en un modelo muy exitoso para la administración centralizada y el establecimiento de un gobierno que trabaja en beneficio de sus súbditos. Por tal razón, fue llamado padre por los persas, gran ejemplo de monarca por los griegos, y el ungido de Dios por los judíos.

Redactado por aboutcyrus.com. ©Todos los Derechos Reservados

Medo-Persia en la Profecía de Daniel 2 y 7

Daniel 7:5 Reina-Valera 1960 (RVR1960) y Daniel 2 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

"...Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así: Levántate, devora mucha carne..."

                                            La segunda bestia es el Imperio de Media-Persia,                                                                representado por la plata que apareció en Daniel 2.                                                              Babilonia, una ciudad rodeada de murallas triples, era la                                                    fortaleza inexpugnable. El río Éufrates formaba una barrera                                                natural frente a las murallas de Babilonia. ¿Quién hubiera                                                    pensado que esa barrera se rompería! Sin embargo, esta                                                    notable barrera fue derrumbada por el Imperio de Media-                                                  Persia.Los ejércitos unidos de los Medos y Persas entraron en las murallas y desviaron el agua del río Éufrates. El río Éufrates circundaba Babilonia al igual que el río Támesis circunda Londres. El ejército pudo desviar el agua construyendo canales río arriba. El canal desvió la corriente del río para que el nivel del agua que atravesaba la ciudad disminuyera. Este se redujo y los soldados pudieron deslizarse por debajo de la compuerta de agua hacia la ciudad mientras los habitantes se divertían. Fue el último momento de Babilonia, el más grande imperio, y Media-Persia se convirtió en una potencia emergente en el mundo.

“Se alzaba de un costado” – Media-Persia fue un imperio resultante de la unión del Imperio Medo y el Imperio Persa. Sin embargo, los persas siempre fueron superiores a los medos en todos los ámbitos, ya fuera político, económico o cultural. Su superioridad se describe como el oso alzándose de un costado más que del otro. “Tenía en su boca tres costillas”: Media-Persia conquistó tres reinos: Lidia en el norte, Egipto en el sur y Babilonia en el oeste.

OSO CON COSTILLAS.png

Datos Curiosos:

ESTATUA FINAL 3 costado izquierdo.png
oso.png
1982e83afd524687123fb7598d6a3196.jpg
Ciro Harold Lamb.jpg
cyrus12.jpg

©Museo Británico de Lóndres

Cyrus_the_Great.jpg

»Los dos brazos de plata representan la alianza de los medos con los persas para invadir y conquistar a Babilonia. Así como un brazo tiende a ser más fuerte que el otro, así los persas eran más fuertes que los medos.

»El oso que la Biblia describe"...que se alzaba de un costado más que el otro..." también representa la alianza entre los medos y los persas. También aquí describe que un costado es más fuerte (los persas) que los más débiles (los medos)

»La plata representaba al Imperio Medo-Persa. Así como el oro en valor es más valioso que la plata, nunca el imperio medo-persa llegó a tener la gloria del imperio babilónico. Aunque su extensión fue más que la de Babilonia.

» La plata en su composición como metal es más fuerte que el oro. Se han encontrado evidencias de armas fabricadas con la plata de garras de osos que manejaban los soldados-guerreros medo-persas.

»Sobre la vida del monarca más prominente 'Ciro' se han escrito libros sobre su historia. Unas de ellas es una novela bien famosa llamada 'Ciro el Grande' del autor norteamericano Harold Lamb.

 

»Los medo-persa se dieron a conocer por su sistematización tributaria. Todos los tributos se pagaban en plata (a diferencia del Imperio Babilónico, donde los tributos se pagaban en oro) de modo que la plata era símbolo del segundo imperio medo-persa que surgiría y dominaría toda aquella vasta región.
tiemposprofeticos.org

» Ciro el Grande murió en diciembre del año 530 a.C. mientras dirigía una expedición y fue enterrado en Pasargada, ciudad que había establecido como la capital de su Imperio y donde aún se conserva su tumba.  Al morir le sucedió su hijo Cambises II.

mapa-de-oriente-prc3b3ximo-en-la-primera

©historiaeweb.com - El Auge del Imperio Persa - Mapas

El auge del Imperio Persa o Aqueménida comenzó cuando el rey persa Ciro II el Grande se rebeló contra Astiages (el rey medo al que estaba sometido Persia en ese momento) a mediados del siglo VI a.C., venciéndole fácilmente en batalla gracias a la escasa fidelidad del ejército y los aliados de Media. Tras su captura y la conquista de la ciudad de Ecbatana, el extenso dominio del reino de Media pasó a ser del imperio persa. La naciones y los reyes que hasta entonces habían reconocido la hegemonía de Astiages trasladaron a Ciro este reconocimiento, “cambiando de amo”, por así decirlo. A partir de ese momento, se formó uno de los imperios territoriales más grandes que ha visto la Historia de la Humanidad.

©historiaeweb.com - El Auge del Imperio Persa

los persas eran un pueblo indoeuropeo que, mientras en el mundo griego vivían la Edad Oscura, ocuparon el territorio de lo que hoy conocemos como la meseta de Irán. Desconocemos en gran medida la Historia del pueblo persa antes del siglo VII a.C., pero sí sabemos que una de las causas por las que se habrían trasladado a este nuevo lugar es por ser rico en recursos naturales como oro, plato, cobre, minerales y piedras semipreciosas. Al principio, los persas estaban sometidos al reino de Media, un gran imperio forjado desde el reinado de Kashtaritu (670-625 a.C.). A mediados del siglo VI a.C., Ciro II el Grande (559-530 a.C.), perteneciente a la familia de los Aqueménidas, se hizo con el poder y convirtió a Media en la primera de las provincias (satrapías) en las que se dividiría su imperio.

©historiaeweb.com - El Auge del Imperio Persa

mapa-de-prc3b3ximo-oriente-en-el-siglo-v

©historiaeweb.com - El Auge del Imperio Persa - Mapas

mapa-que-muestra-la-inmensidad-del-imper

©historiaeweb.com - El Auge del Imperio Persa - Mapas

El apogeo del imperio persa lo situamos en el reinado de Darío I no solo porque se encontrara en su momento de mayor expansión territorial, sino porque en este tiempo se creó una estructura administrativa y financiera tan sólida que permaneció inalterable casi hasta el fin del imperio a manos de Alejandro Magno. Darío I centralizó el gobierno y trasladó la capital a Persépolis, aunque es cierto que el imperio en su plenitud contaba con más de una capital, sobre todo teniendo en cuenta que abarcaba la mayor parte del mundo conocido. Por este motivo, la corte imperial iba cambiando de ciudad cada pocos años entre Susa, Ecbatana, Pasargada y Persépolis. Darío I fue un gran impulsor del comercio y las comunicaciones imperiales. No solo fue el primer monarca persa que acuñó monedas de oro y plata propias, los llamados dáricos, sino que construyó un canal que conectaba el río Nilo con el mar Rojo, lo que llevó a Egipto a uno de sus momentos de mayor prosperidad económica.

©historiaeweb.com - El Auge del Imperio Persa

bottom of page