

Hacia Una brillante
Esperanza
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Serie: Las Profecías Bíblicas - Esperanza de las Naciones


En el mundo en que vivimos, parece haber desaparecido toda esperanza y certidumbre de lo que nos espera en el futuro, corazones apesadumbrados, llenos de miedo y temor no logran visualizar en medio de la oscuridad un rayo de esperanza y consuelo. Y nos preguntamos qué pasará, o que sucederá, podre poner mi confianza en alguien o en algo.
No entendemos ni comprendemos muchas cosas de esta vida, pero en medio de todos estos elementos, hay una esperanza en la cual se basa en una promesa entregada hace miles de años atrás, Jesús prometió volver y llevarnos a esas mansiones celestiales y entregarnos como herencia la tierra restaurada y renovada como hogar de los redimidos por la eternidad. San Juan 14:1-3. Esa es la “brillante esperanza” a la que estamos destinados, a ser uno con la familia celestial, en la cual no nos separaremos jamás del lado de nuestro Dios.
En esta sección la idea es que podamos seguir viendo algunas señales más y repasemos como será aquello del retorno de Cristo a la tierra. Las buenas nuevas o evangelio deben ser compartidas a toda la humanidad “y entonces vendrá el fin”. Mateo 24:14.
Es notable que Dios nos advierta sobre el comportamiento de muchos líderes religiosos. Al decir “paz y seguridad” estarían descontextualizados con respecto al tiempo profético en el cual vivimos.
1 Tesalonicenses 5:1-3. Es lamentable esta situación en el mundo religioso, pero una realidad en nuestros días, Jesús nos advierte que en los postreros días muchos dirigentes religiosos desviarían la atención del pueblo, sobre temas de poca importancia, superfluas, erróneas, engañarían y extraviarían a personas que buscan de buen corazón a Dios.
Serian instrumentos de Satanás porque de una manera egoísta, con intenciones perversas, llenos de avaricia harían de la religión un negocio y por lo tanto habría todo tipo de perversión y corrupción de la fe, pero Dios los castigaría en el día de rendición de cuentas. Jeremías 6:13- 14; 2 San Pedro 2:2-3.
¿Un Nuevo Orden Mundial?
En el mundo entero se habrá de un nuevo orden, en la cual los
habitantes del mundo llegaremos a una experiencia de “paz y
seguridad”, este pensamiento mundial surge de la unión entre
muchos gobernantes influyentes del mundo y entre muchos
religiosos, la profecía predice todos estos acontecimientos mundiales.
El hombre por sí mismo no puede darnos seguridad, ni paz, no puede
arreglar los problemas de una sociedad que cada día se desmorona, solamente Dios puede
arreglar y corregir todo el drama humano, por eso es de suma importancia que Cristo venga a este mundo, el príncipe de “paz y amor” dará a este planeta el verdadero sentido por la cual fue creado.
La segunda venida de Jesús será muy diferente a la primera. Será una manifestación gloriosa, majestuosa y lleno de poder, será de una sustancia visible para todo el universo, toda la naturaleza será conmovida y habrá solamente dos grupos, los que obedecieron a Dios y los que hicieron su propia voluntad. San Mateo 24:30-31; Apocalipsis 6:14-17; Isaías 25:9.
Grandes pensadores a través de los tiempos han tratado de exponer el modo de vida que traiga al hombre paz, alegría y sentido a la vida. (Aristóteles, San Agustín, Santo Tomas, Cicerón, Platón Carlos Marx, etc.). Sin embargo, ya sabemos cómo está el mundo hoy.
Ahora bien, si nuestro mundo fue creado por Dios y fue creado perfecto en gran manera, Genesis 1:31. ¿Cuál es la causa de la condición actual?
Isaías 24:4-6. El profeta menciona que la causa de la situación de nuestro mundo es porque el ser humano se ha apartado del Creador y sus leyes. Nuestro mundo sufre de la “maldición” del pecado, el dolor y la muerte, porque el hombre destruye la tierra y no respeta las leyes divinas. Pero a pesar de esta situación siniestra, el plan y el deseo de Dios para con el hombre no cambio. Isaías 45:12,18.
Es la aspiración de Dios que el ser humano sea feliz en esta vida,
pese a las dificultades, problemas, conflictos de la vida, recordando
siempre que el Hijo de Dios entrego su vida en rescate por muchos,
para que podamos tener una vida eterna en el nuevo mundo creado
por Dios donde no habrá más pecado ni maldad. “Porque el Hijo del
Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. San Lucas 19:10.
La raza humana perdió el paraíso perfecto creado por Dios para su eterna felicidad. Cristo vino a este oscuro mundo arruinado por el pecado para que la humanidad pueda tener una nueva oportunidad. Cristo nos ofrece un Edén restaurado. Jesús no nos dice que en este mundo no tendremos aflicción, lo que nos promete es ayudarnos a sobrellevar las cargas, mas, si nos promete una tierra nueva sin más dolor, llanto, ni muerte.
El apóstol San Juan lo vio en visión. “Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido”. Apocalipsis 21:2. La nueva Jerusalén, la capital del mundo nuevo, será creada por Dios y descenderá del cielo. Lo que promete Jesús es una tierra nueva, una morada eterna para los seres humanos, por lo tanto, nuestras esperanzas no deben centrarse en un reino terrenal, o en una restauración de la actual Jerusalén, como algunos creen y esperan. Todo esto será entregado por Dios mismo al hombre.
¿Cómo será ese hogar restaurado?
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la
primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y oí una gran
voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los
hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios
mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima
de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto,
ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”.
Apocalipsis 21:1,3-4.
“Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos”. Apocalipsis 22:1-5.
Todo lo que nos ofrece Dios está al alcance de toda persona, pensar que el Señor nos dará la bendición de recuperar nuestra residencia, un mundo inimaginable que escapa a la comprensión humana, pero completamente real y que tendremos el privilegio de disfrutar por la eternidad.
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.
1 Tesalonicenses 4:16-17.
Hay esperanza para todos, Cristo promete crear nuevamente al ser humano, que fue alcanzado por la muerte, para poder así participar del mundo nuevo.
Pero ¿Sera real todo esto?
“Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos”.
Isaías 65:21-23.
Bendita y gloriosa esperanza nos espera, la promesa divina se cumplirá, así como él creo las cosas en el pasado, lo hará en el futuro, solo espera que nosotros tomemos la decisión de aceptar su promesa y que deseemos de corazón ser súbditos y habitantes del reino eterno de Dios.
Jesús ruega e intercede por nosotros y su suplica es: “Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará. Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad”. Isaías 35:3-6.





